Una antigua bodega de finales del siglo XIX se convertía en 1940 en lo que todavía hoy, más de 80 años después, es un clásico de toda la vida: el restaurante Ponsa.
La interesante carta del restaurante se nutre de productos de primera calidad traídos directamente de los payeses o del Mercat de la Boqueria para ofrecer una excelente cocina casera de mercado con raíces catalanas. En una de las pocas cocinas de carbón que quedan en Barcelona, se cocinan platos tradicionales entre los que destacan los guisos.
El espacio, renovado en 1972 por Santiago Roqueta, nos acoge en un ambiente de vieja fonda clásica con una majestuosa barra que lo preside desde su inauguración y cuenta con una tranquila terraza.